A través de esta carta pastoral, Monseñor nos invita a reflexionar sobre nuestra misión pastoral en Buenos Aires a la luz de la alegría unida a la esperanza, la alegría del Evangelio.
En el difícil contexto económico y social argentino es revolucionario sostenernos en la alegría, pero una alegría profunda y duradera, la que nace del encuentro con el Señor, y también la que nace de la cruz, porque en ella descubrimos la expresión más grande del amor de Dios por nosotros, cuando entrega hasta su propia vida para salvarnos.
No se trata de dejar de lado los dolores y la realidad que vivimos, sino a que crezca “La alegría del corazón” nos hace gustar adentro la seguridad de que Cristo vino, resucitó y vive.
Esta carta nos exhorta a ser alegres, agradecidos, a tener conciencia comunitaria, y a elegir la Alegría todos los días.