En el Seminario Metropolitano se llevó a cabo el Encuentro Anual de Cáritas Buenos Aires con el Arzobispo Jorge García Cuerva, un espacio de reflexión profunda y trabajo conjunto marcado por la presentación de la carta pastoral para el Jubileo de la Esperanza, la interacción en grupos, el almuerzo solidario y una emotiva misa de cierre.
A primera hora de la mañana, el Seminario Metropolitano se llenó de energía y compromiso con la llegada de voluntarios y ministros de la caridad que integran Cáritas Buenos Aires. El encuentro comenzó puntualmente con la recepción y acreditación de los asistentes, seguidos por una cálida bienvenida animada por cantos y gestos comunitarios que prepararon el espíritu para la jornada de reflexión y misión compartida.
El Arzobispo presentó su Carta Pastoral
Mons. García Cuerva comenzó su presentación profundizando en el logo del jubileo, donde cuatro figuras de distintos colores representan la diversidad que «tiran para el mismo lado», recordando que en Cáritas la verdadera fuerza radica en la comunión y el respeto a las diferencias. Enfatizó que «la centralidad de nuestra misión es Cristo,» y que la cruz vacía no solo simboliza el sacrificio, sino también la esperanza viva con la resurrección de Jesús, una esperanza que sostiene a todos en tiempos difíciles y tormentosos.
Además, explicó que esta esperanza es activa y se ancla en la fidelidad de Dios, que nunca abandona a su pueblo, así como la misión de Cáritas abraza el mundo «herido», porque «no asistimos a nadie, nos encontramos con los hermanos que más sufren.» Recordó la necesidad de vivir la caridad desde un amor servicial genuino y testimonial, basado en la esperanza que se traduce en acciones concretas en la vida cotidiana.
El arzobispo también compartió la profunda conexión entre alegría y esperanza, citando al cardenal Pironio: «La alegría procede también de la esperanza,» y advirtió contra la cultura de la indiferencia y la impotencia que amenaza a la sociedad actual. Invitó a los voluntarios a ser testigos persistentes de la misericordia, el perdón y el amor de Dios, y a sostenerse mutuamente, pues «somos peregrinos de esperanza con los pies en la tierra,» caminando en comunidad y compromiso, no desde un espiritualismo lejano de la realidad.
Trabajo en grupos, almuerzo solidario y peregrinación jubilar
Inspirados por las palabras del arzobispo, los asistentes se dividieron en grupos de trabajo para profundizar en los ejes temáticos del jubileo, con el objetivo de traducir la reflexión en propuestas concretas y realizables para sus comunidades; transformar los signos de los tiempos en signos de esperanza.
El almuerzo, organizado por los microemprendedores de Ecosol, contó con una variada oferta gastronómica pensada para todos los gustos y necesidades. Esta pausa fue un espacio de encuentro más distendido que permitió fortalecer vínculos y compartir experiencias entre los voluntarios, fomentando el sentido de familia y compañerismo que caracteriza a Cáritas Buenos Aires.
En horas de la tarde, se llevó a cabo la Peregrinación Jubilar desde el Seminario hasta la parroquia Inmaculada Concepción de Devoto, marcada por momentos de reflexión en paradas estratégicas relacionadas con los ejes trabajados. Ambientada por un coro que alentó el caminar con cantos y guitarras, la peregrinación simbolizó el compromiso de seguir avanzando como «peregrinos de esperanza,» conectando la espiritualidad con la acción social en la ciudad.
La misa, el envío misionero y las cruces de Cáritas Buenos Aires
El encuentro concluyó con una misa presidida por García Cuerva y concelebrada por el vicepresidente de Cáritas Buenos Aires, Sebastián García SCJ, además de otros sacerdotes de la diócesis. En su homilía, el arzobispo invitó a «no tener miedo de ser luz en la oscuridad» y recordó que «la esperanza no es una ilusión, es un compromiso de vida,» palabras que renovaron la dedicación a la misión de los ministros de la caridad.
Durante la ceremonia se realizó la tradicional entrega de cruces misioneras, símbolo del compromiso y la fe que cada voluntario lleva consigo en su labor diaria en la iglesia y en la sociedad. Este gesto fue acompañado por la bendición del arzobispo y un llamado a ser signos vivos de esperanza en medio de la realidad compleja que enfrentan quienes más sufren.